Remolacha, suelo y necesidades nutritivas

La remolacha se adapta a cualquier tipo de suelo para su cultivo , con excepción de aquellos de textura extrema, ya sean muy fuertes o muy livianos, teniendo preferencia por suelos medianamente livianos

El pH del suelo debe ser preferentemente ácido - neutro. Valores más elevados pueden traer consigo la aparición de carencias de microelementos.

El cultivo de remolacha tolera la salinidad del suelo y del agua de riego, una conductividad de 10 mmhos/cm produce una reducción del rendimiento en un 50%.

El Nitrógeno es fundamental , ya que está relacionado directamente con el desarrollo vegetativo de la planta. Es por esto mismo, que en varias ocasiones se tiende a aplicar más nitrógeno del necesario, lo que trae como consecuencia un menor rendimiento económico. También es negativa la presencia de nitrógeno en las últimas etapas de desarrollo, ya que se impide una correcta translocación de los azúcares de las hojas a la raíz.

Es fundamental que el nitrógeno sea aportado homogéneamente durante las distintas etapas de su desarrollo ya que de esta manera se asegura un rápido desarrollo del cultivo.

Aquellos abonos con nitrógeno estabilizado aseguran un suministro equilibrado, de esta manera al mantener nitrógeno amoniacal se disminuyen las pérdidas de nitrógeno por lixiviación a capas no alcanzables por raíces o aguas subterráneas. Los abonos estabilizados también potencian la absorción de fósforo, fundamental en el comienzo del desarrollo de la raíz, lo que trae consigo adelantar el desarrollo de la planta y por ende su posterior cosecha.

También el magnesio cumple un rol fundamental en su desarrollo, mejorando la pureza del extracto. Eso si sería importante recalcar que antes que se distingan los primeros síntomas visuales la remolacha ya ha sufrido la carencia, la que se manifiesta retrasando el desarrollo de la planta y disminuyendo las expectativas en su cosecha.

Otros microelementos importantes son boro, cobre y manganeso.